Primero una disculpa a nuestro lectores (que seguro son un montón) por cambiar el lugar de la cita a la última hora. No tenemos una buena escusa, así que sólo pedimos una disculpa.
Este jueves fuimos a la Covadonga, una cantina en la colonia Roma que te recuerda sin problemas cualquier lugar popular en provincia. De esos lugares que tu guía de turistas dice que debes visitar. Es un lugar bastante amplio, sin lugar para fumar, con típicas mesas de cantina. La gente que va es de todo tipo: banda que va por una chela en lo que platica de algún negocio, señores que no querían quedarse en su casa y querían jugar dominó, intelectualosos que querían un lugar para discutir la obra de teatro, exposición, concierto, o película que acaban de ver.
Desde temprano el lugar esta prácticamente lleno, y conforme gente sale, gente entra, y siguen llegando a lo largo de toda la noche.
Es impresionante que a pesar de que no hay música ambiental en el lugar, el ruido de gente platicando, fichas de domino y platos en la mesa es tan alto que tienes que levantar la voz para que el que está junto a ti te escuche. Las bebidas son las típicas que puedes encontrar en una cantina, pero definitivamente la comida se llevó nuestros aplausos, y una amplia recomendación son las croquetas de la casa.
El ambiente es apto únicamente para ir a comer y tomar con tus amigos mientras platicas, ya que la distribución de las mesas , el deambular de los meseros y el constante flujo de gente hace que sea bastante difícil intentar platicar con desconocidos, aunque he de decir que en el lugar había varios conocidos, ya que al menos 3 personas se acercaron a saludar a alguno de nuestra mesa.
Hay algo que no logramos acomodar en estos días, definitivamente este no era el lugar para intentar socializar, pero si es un buen lugar para pasar el rato cotorreando con amigos. Independientemente de ese factor, creemos que aun no logramos aventurarnos a romper esquemas, a llegar a saludar sólo por saludar o al menos tener la intención de hacerlo. Este experimento ha sido mucho más difícil de lo que esperábamos, pero paso a paso… creemos que podemos lograrlo y al final lograr contagiar a la gente de esta sensación, sabiendo que, en contra de lo que nos decían nuestros padres, no está mal hablar con extraños.
Este jueves fuimos a la Covadonga, una cantina en la colonia Roma que te recuerda sin problemas cualquier lugar popular en provincia. De esos lugares que tu guía de turistas dice que debes visitar. Es un lugar bastante amplio, sin lugar para fumar, con típicas mesas de cantina. La gente que va es de todo tipo: banda que va por una chela en lo que platica de algún negocio, señores que no querían quedarse en su casa y querían jugar dominó, intelectualosos que querían un lugar para discutir la obra de teatro, exposición, concierto, o película que acaban de ver.
Desde temprano el lugar esta prácticamente lleno, y conforme gente sale, gente entra, y siguen llegando a lo largo de toda la noche.
Es impresionante que a pesar de que no hay música ambiental en el lugar, el ruido de gente platicando, fichas de domino y platos en la mesa es tan alto que tienes que levantar la voz para que el que está junto a ti te escuche. Las bebidas son las típicas que puedes encontrar en una cantina, pero definitivamente la comida se llevó nuestros aplausos, y una amplia recomendación son las croquetas de la casa.
El ambiente es apto únicamente para ir a comer y tomar con tus amigos mientras platicas, ya que la distribución de las mesas , el deambular de los meseros y el constante flujo de gente hace que sea bastante difícil intentar platicar con desconocidos, aunque he de decir que en el lugar había varios conocidos, ya que al menos 3 personas se acercaron a saludar a alguno de nuestra mesa.
Hay algo que no logramos acomodar en estos días, definitivamente este no era el lugar para intentar socializar, pero si es un buen lugar para pasar el rato cotorreando con amigos. Independientemente de ese factor, creemos que aun no logramos aventurarnos a romper esquemas, a llegar a saludar sólo por saludar o al menos tener la intención de hacerlo. Este experimento ha sido mucho más difícil de lo que esperábamos, pero paso a paso… creemos que podemos lograrlo y al final lograr contagiar a la gente de esta sensación, sabiendo que, en contra de lo que nos decían nuestros padres, no está mal hablar con extraños.
Debido a problemas técnicos, no pudimos subir las fotos,
pero pronto estarán disponibles para esta entrada.
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